El procesado, acusado de detención ilegal y robo con intimidación, cerró el local de ocio con empleados y usuarios dentro y ordenó a la camarera que siguiera sirviendo bebidas a todo el mundo. El tipo se comportó como si estuviera en una cantina del salvaje Oeste. Para alejar cualquier duda sobre la veracidad de sus intenciones, el hombre, chatarrero de profesión, depositó una pistola detonadora sobre la barra. Acto seguido, ordenó a la camarera del club de alterne que llenara su copa, la de sus dos compañeros de correrías y la del resto de cli
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