Hoy he conocido a D., es viejo y brutalmente rico. Su fortuna no puede ser aquilatada por cualquiera de nosotros, no podemos concebir el tiempo que necesitariamos con nuestros pequeños hábitos de pobres para hacer mella en tal dineral. Como en la metáfora cristiana para medir la eternidad, nuestras liberalidades, el despilfarro que podriamos gestionar sin perder la cabeza apenas supondría el roce de un ala de paloma en una esfera de acero de las dimensiones planetarias de su capital.
El encuentro tuvo lugar en una sala VIP de un aeropuerto no importa donde ni cuando . Por azar nos hemos visto forzados a compartir espacio y algunos minutos. Y como la convención social acostumbra al principio hablamos del tiempo, y de ahí al calor inusual de estas fechas y sus razones.
- Estas temperaturas en abril……es de locos. Parece que es cosa del cambio climático. ( suelo lanzar esta caña conversacional ante desconocidos, me interesa saber hasta qué punto cualquier anónimo se hace cargo del desastre que nos hemos provocado con esto de las emisiones de gases de invernadero).
Sus ojos, enterrados en un pozo de cien arrugas centellearon por un momento, sin respuesta.
- Y que haya gente que lo niegue… .( Insisto, y él tambien en su silencio).
- ¿Sabe? hay gente, empresas que incluso pagan dinero a periodistas para que no se hable de ello. Me parece increíble ¿a usted no?
Por fin parezco rendir su reticencia..
- ¿Por qué es increíble? me parece perfectamente creíble.
- Pero como se puede pagar para mentir sobre algo que afirma la ciencia, me parece….incalificable.
- Le parecerá lo que quiera , pero lo suyo es solo un juicio de valor. Cada uno hace con su dinero lo que considera. No todo el mundo está de acuerdo en ese asunto.
- ¿No le parece inmoral pagar por eso ?
- Le repito, no hace sino juicios de valor. Moral… inmoral. ¿no vivimos en una sociedad libre? ¿No me va a permitir el estado utilizar el dinero en difundir determinadas ideas si son las que yo considero que hay que difundir?
- Pero caballero, todo debe tener un límite, incluso el dinero, pagar por mentir se puede hacer, pero no se debería, es propio de seres indignos.
Su boca sin labios trazó una fugaz mueca de desprecio antes de contestar
- ¿Mentir? pero qué vulgaridad, se trata de pagar porque se hable sobretodo de B y no se hable apenas de A, se decide el menú de los medios, primer plato, segundo plato y postre, quiero estos alimentos y no otros. Se orienta al publico a lo que existe o se desvía de lo que sí existe, pero mejor que no lo hiciera. No hace falta ser tan insultantemente obvio que te haga quedar como un mentiroso.
Aquel cinismo desnudo me empezaba a enervar, aquella cachaza despreocupada.
- Pues quien haga eso lo es, un mentiroso y alguien que debería estar fuera de una sociedad de gente decente
- ¿Sabe una cosa? (él parecia haberse revuelto también) la gente que paga por eso está más dentro de esta sociedad ( pronunció con un retintín que trataba de burlarse de mi indignación) que usted. De hecho son La Sociedad . Le diré más, yo he pagado por eso.
Y se echó para atrás en el sofá, sonriendo tras su estocada.
- ¿Que ha pagado por qué? ¿para acallar el cambio climático?
- Exacto. Me lo puedo permitir, y siempre hay quien está dispuesto a cobrar. Se lo aseguro.
- ¿Pe-pero qué le pasa a usted? ¿no tiene estudios? ¿no cree en el cambio climático? ¿no se ha informado sobre lo que han explicado los científicos del clima, la ONU? ¿no sabe que el consenso sobre este asunto en la ciencia es casi total?¿está usted ciego, sordo, insensible a lo que hay a su alrededor? también creerá que la tierra es plana, y que los huesos de los dinosaurios son un accidente geológico, claro. Y que no hemos llegado a la Luna.
- ¿Me toma por imbécil? claro que sé lo que dicen los informes del clima. Si poseo tanto capital es porque creo en las probabilidades, los números, las causas y las consecuencias,la necesidad de prever y de preveer. Sé de cálculo y de ciencia; sé cómo usarla, el dinero odia la incertidumbre y solo el conocimiento, la anticipación, la debilita. Pues claro que creo en la ciencia, no me insulte.
- ¿Y entonces?¿o cree que la cosa no es tan grave como se pinta? No le entiendo. Sabe lo que está ocurriendo, más aún, como me dice sabe lo que va a pasar en los años que vienen, y aun así ¿paga por silenciarlo, paga para acallar los efectos de algo que nos dañará?
- ¿Nos dañará? ¿está seguro de que habla con propiedad? ¿nos dañará? (la sonrisa agria volvió a su cara vieja. Me miró con fijeza y calló)
Tras unos instantes repentinamente comprendí. Él no se sentía incluido en esa primera persona del plural.
- Ya. Usted y los que son como usted solo van a tener que elegir el lugar donde mudarse. Pueden desplazarse hacia al norte o el sur, cambiar de casa, de país y de cielos. Las veces que consideren necesario. Ustedes no se sienten afectados, dañados. A ustedes este desastre no les va a herir.
- Pues nuevamente se equivoca. Sigue sin entender.
- ¿Es que acaso no pueden escaparse de los calores, de la falta de agua, les afecta la inflación de precios en alimentos, las migraciones y los destrozos del clima, no pueden simplemente mudarse allí donde les pete, sin restricciones y con todas sus comodidades?
- Sí, pero hay un daño, una amenaza de la que nos tenemos que proteger y por el que ahora invertimos tal como hablábamos, en silencios y campañas.
- ¿ y ?
- Los que somos como yo solo tenemos que evitar una consecuencia del cambio climático. Solo una, Adivine.
- Venga, soy tonto, lo reconozco, admito mi idiocia, cuentemelo.
Movió la cabeza , me observó con displicencia y finalmente se decidió:
- Mi enemigo no es ni el aumento de las temperaturas, ni la carestía de productos , ni los climas caóticos, ni las sequías o los incendios. Por supuesto que no. Me puedo hurtar a ello, pero a lo que nosotros , los más ricos no nos podemos hurtar es a la acción de los gobiernos. A la acción concertada de los estados ¿lo entiende ahora? Por lo que pagamos es para frenar las medidas que pretenden evitar el aumento de temperaturas, o perdón, ya es inevitable, para frenar su aumento. Por que esas medidas sí nos afectarán. Lo que puede dañar nuestros derechos,los nuestros particulares, los míos como persona concreta, mi total libertad, no es el fuego ni el agua sino las leyes. Porque nosotros queremos seguir viviendo en sociedades como la nuestra, sociedades democráticas,( son las mejores, he vivido lo suficiente para garantizarselo, es así), pero tienen un grave inconveniente: es que las leyes son para todos.
- Ahora el ingenuo es usted o se lo hace , las leyes se puede maquillar para favorecerles, siempre se ha hecho, lo sabe perfectamente.
- Bien, en las sociedades democráticas se puede presionar, influir... pero siempre te puedes encontrar con querellas, intromisiones, incertidumbres. Las mayorias cambian, los gobiernos.. .Ya le he dicho para qué me debe servir mi dinero, para eliminar todas esas incomodidades. Me podria ir a vivir a Moscú o a Qatar, alli estas adaptaciones son más.... fáciles, pero ¿no poder disfrutar de la naturaleza de California o Aspen? ¿no poder comprar ropa en París o arte en Amsterdam? ya le he explicado mi alergia a los límites. Para usted, y también para mí. Si se aplican leyes contra el calentamiento serán limitantes y universales: límites al consumo, al uso de recursos y al transporte….. a lo que fuera, afectarán a los derechos , las posibilidades que ahora tengo , los medios de los que dispòngo, los negocios que aún puedo emprender. Mi miedo no es el cambio climático, puedo correr más que él, puedo esconderme y tampoco puedo vivir 200 años más, me temo .
Mi problema es que no puedo dejar atrás las consecuencias legales de que se combata en mi sociedad ( dijo acentuando la i del posesivo) A eso es a lo que no me puedo hurtar. A las leyes. Y de eso me defiendo, con mi dinero. Supongo que ya lo entiende.
Estupefacto, antes de que se me ocurriera qué contestar un hombre uniformado de azul interrumpió nuestra soledad y se dirigió a mi interlocutor:
- Señor D, la avería de su avión ya está solucionada y tenemos la autorización de la torre para despegar, cuando quiera.
El trajeado magnate se levantó, dió las gracias a su auxiliar y se dirigió a la puerta de acceso a vuelos privados, no sin antes dirigirme una torcida sonrisa de despedida.
“Buenas noches y supongo que hasta nunca”.