Los perros callejeros, en especial el tejido de sus intestinos, podrían haber contribuido a la evolución de un progenitor del SARS-CoV-2, según un estudio que apunta la necesidad de incluirlos en los programas de vigilancias de virus. Esta investigación presenta un escenario en el que el coronavirus se propagó primero desde los murciélagos a los perros callejeros que comían carne de este animal, posteriormente el virus sufrió una rápida evolución en el intestino de los canes que le permitió evadir la respuesta inmune humana.
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