Las lentes incorporan unos filtros de luz que cambian automáticamente gracias a un conjunto de sensores que captan el nivel y tipo de iluminación (sol, halógeno, tungsteno…) y aplican una tensión sobre unos cristales que cambian de color cuando se les aplica una carga eléctrica (electrocrómicos). El dispositivo también se puede controlar manualmente, mediante unos botones ubicados en la patilla de las gafas mediante el que se maneja el oscurecimiento del filtro a voluntad propia.
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