Valerio Verón terminaba otro recorrido nocturno al frente de uno de los autobuses de la famosa línea 60, cuando descubrió que tres jóvenes "se habían quedado dormidos al fondo del vehículo". Según recuerda Verón, que tiene 41 años y es padre de tres niñas, lo amenazaron con un arma y lo obligaron a apagar las luces y seguir conduciendo. Frustrados porque no podían abrir la máquina que contenía la recaudación del pasaje, sacaron una pequeña hacha y le cortaron un dedo.
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