En junio de 1918, el Tribunal Supremo se vio en la obligación de decidir si lo que sigue era o no un testamento: “Peñafiel a 24 de Octubre de 1915. Pacicos de mi vida: en esta mi primera carta de novios va mi testamento, todo para ti, todo, para que me quieras siempre y no dudes del cariño de tu Matilde”
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