«Lo que hay de nuevo acá es la lastimosa pérdida de Cádiz [...]. Los ingleses no han dejado templo ni casa que no hayan sido saqueados y profanados», escribía Pedro Gutiérrez Flórez en una carta desgarradora en la que contaba con todo detalle la conquista y el saqueo de la ciudad en 1596. El verdugo fue Inglaterra, que durante esos años se obsesionó con las costas andaluzas en sucesivos ataques.
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