Aquellos libritos valían 5 o 6 pesetas, pero era mucho más económico cambiarlos que comprarlos. Una de las pocas que no cambié, invirtiendo en ella cinco pesetas que me rentaron durante años se llamaba Cuando se detengan las estrellas. Aquella idea de las estrellas móviles no podía ser más intrigante. ¿Qué podía hacer que las estrellas, fijas desde la Tierra, se desplazaran a toda velocidad en el cielo? A lo largo de la historia, se repetía una y otra vez un oráculo: la vida será menos dura y más tolerable cuándo las estrellas se detengan.
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