En situaciones dramáticas suelen aparecer destellos de luz que despiertan o confirman la fe en la Humanidad por encima de consideraciones secundarias. Es lo que ocurrió a mediados del siglo XIX cuando el Imperio Otomano, a despecho de las dificultades internas que experimentaba y de las diferencias políticas, culturales y religiosas, se volcó en ayudar a una Irlanda azotada por la llamada Great Famine, la Gran Hambruna originada a causa de la pérdida de la cosecha de patatas por una plaga.
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