La exigencia de ser feliz en el propio puesto es un movimiento imparable que tiene que ver con una nueva relación de los empleados con sus empresas, en un escenario sociolaboral en el que todo cambia a ojos vista. El caso francés –uno de los países con la mayor tasa de suicidios– es un ejemplo de cómo las compañías y el Estado se esfuerzan por implantar soluciones a un drama cotidiano.
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