La belleza de su casco antiguo, el inmenso valor histórico que posee, la simpatía de sus habitantes y las delicias culinarias polacas son motivos más que suficientes para ir una y mil veces a la que fue capital de Polonia hasta 1596. Para ver Cracovia como se merece no hay mejor fecha que el otoño o el invierno, aunque conlleve sobrevivir a 17 grados bajo cero.
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