Desde hace años se viene hablando de estos pedazos de soberanía nacional que, según el investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas Emilio Pastor, no entregamos a Cuba en 1898 tras la debacle del imperio. Tampoco se las vendimos como restos de fábrica a los alemanes en el Tratado Germano-español de 1899 y no porque no quisiésemos, sino porque se nos olvidó incluirlas en la lista de todo lo que le entregábamos a los bisabuelos de la Merkel a cambio de 25 millones de pesetas. Una bagatela.
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