Enrique IV de francia, primer rey de la dinastía de los Borbones, fue un un hombre compasivo y amado por su pueblo, pero también fue odiado por aquellos que se oponían a su política religiosa. El 14 de mayo de 1610 un fanático católico terminó con su vida. Enterrado embalsamado en St. Denis, sus restos fueron saqueados durante la Revolución Francesa. Curiosamente, en 1919 apareció al menos parte de los restos: su cabeza, parcialmente incorrupta, fue vendida en una subasta. Pasarían años hasta certificar que esa cabeza era la de Enrique IV.
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