En la historia del Zen, es un Maestro fuera de lo común; principalmente por su humildad y capacidad de amor. Renunció a ser el nuevo abad del templo y se fue a vivir solo al bosque, cerca de un pantano infestado de mosquitos. Mendicaba su alimento diariamente, enseñaba con su ejemplo en vez de con la dudosa palabra; y su amor por los niños era proverbial, decía: “Jugar es la forma mas elevada del Zen”. Dormía cuando tenía sueño, bebia shake, y participaba en las fiestas de la aldea, bailando y riendo con la inocencia de un niño.
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