Llevo unos días dándole vueltas a un artículo de Ignacio Sánchez-Cuenca que apareció por El País este fin de semana pasado. Su idea básica (resumo, pero mejor leedlo - vale la pena) es que las democracias desarrolladas están perdiendo poder a marchas forzadas, con muchas de sus decisiones y competencias delegadas o absorbidas por agencias tecnocráticas independientes, organizaciones internacionales o los vaivenes de los mercados internacionales.
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