La Guardia Civil identifica en Asturias a unas 400 víctimas, obligadas a pagar hasta 900 euros, incluso bajo amenaza, y acompañadas al banco si no tenían dinero. El grupo actuaba en equipos de dos o tres personas que iniciaban su trabajo en Oviedo a primera hora de la mañana. Regresaban en torno a las cinco de la tarde, donde entregaban la recaudación en la oficina que la empresa tenía en la ciudad. Por cada factura, se abonaba una comisión a los falsos instaladores del 33 o 39 por ciento.
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