Se dice que el deseo sexual no se controla, pero qué les parecería si les dijéramos que sí. Imagínense que con una pastilla, siempre a mano en la cartera o en la mesita de noche, pudiéramos despertar de repente nuestro apetito sexual. Los ensayos de Robert Millar apuntan a que la hormona GnRH2 (gonadotropin-releasing hormone 2) despierta el apetito sexual, y como efecto secundario se provoca una pérdida de peso en el sujeto de estudio.
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