Si no tuviera una familia extremadamente catalana, volvería a vivir a Argentina ahora mismo. No me había pasado nunca en estos once años de vivir afuera. Pero resulta que ahora el contraste es inmenso. España se prepara para cuatro años horribles (no hablo de crisis económica, sino de aburrimiento monumental, de ausencia de ideas, de gente con corbata tomando decisiones en todas partes) y Argentina en cambio está explotando de pibes con los ojos brillosos.
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