Yoana, de 32 años, y casada desde hace cuatro, asegura que depende de la persona y sobre todo del profesionalismo del stripper. A su despedida de soltera le llevaron dos bailarines y todos –asegura– se portaron con respeto. “Hay unos que bailan, simulan posiciones, pero no te tocan. En mi caso todas mis amigas disfrutaron y se divirtieron, y a algunas de las señoras mayores se les subió la presión”.
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