Sala pequeña en la comisaría de Moratalaz, no muy cómoda. De paredes blancas, feas. Una gran bandera ultra, y varias esvásticas, tres hombres tapados con pasamontañas y, sentado frente a ellos, tú. "Con esa presión psicológica consiguen hacerte creer que estás solo, y que has hecho algo mal", además de "meterte mucho miedo y no saber qué puede pasar" cuenta Belén. Finalmente salieron de los juzgados de Plaza Castilla, sin ducharse durante tres días y contando el dinero que les quedaba a ver si llegaba para volver en taxi a casa.
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