Imaginad la sorpresa de Georgette Bordine, bibliotecaria de la Camelback High School de Arizona cuando abrió un paquete a nombre de la biblioteca y descubrió que dentro había dos libros con más de 50 años y una carta anónima. En ella alguien explicaba que, siendo un estudiante y al poco de sacar los libros, su familia tuvo que mudarse de estado y no pudo hacer la devolución. Después de tantos años decidía devolverlos y pagar como un buen ciudadano la multa estipulada por el instituto; un pago de 745 dólares (dos centavos por día de retraso)
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