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El día de la mujer en una clase de Primero de Derecho

Hoy todos mis alumnos han hecho huelga unánimemente. Es la primera vez que, por una causa distinta a las fiestas de Derecho, toda una clase se pone de acuerdo para decirme que no van a venir.

La verdad es que la huelga ha sido histórica. Masiva, pacífica y con una filosofía basada en convencer en lugar de imponer (no he visto ni un solo piquete coactivo).

El machismo es como el racismo o la homofobia: un excremento ideológico que antepone mantras irracionales y prejuicios sin fundamento a la obviedad de que todos tenemos una misma dignidad independientemente del color o la forma de nuestro cuerpo, y de que no hay virtudes o defectos masculinos o femeninos, sino solamente humanos.

El machismo, como el racismo o la homofobia, lleva siglos imponiéndose a través de la fuerza bruta, la ignorancia y la propaganda. Durante el franquismo, era uno de los pilares de la ideología oficial del Estado, situación que entroncaba con los siglos pasados (con el pequeño paréntesis republicano). Por eso cuesta tanto superarlo. Porque ha contado con todos los recursos para su difusión e imposición a lo largo de los siglos, y porque a algunos les interesa que siga existiendo. Igual que el racismo. Crear ciudadanos de segunda siempre es útil para quien pretende abusar de ellos, sea en el servicio de limpieza de un hotel o en un campo de lechugas.

Y como siempre, los cambios se consiguen con el grito creciente y sostenido de sus protagonistas. Lo de hoy ha sido un hito que nos acerca más que nunca a un objetivo que solo se consigue con la lucha frente a quienes niegan la igualdad y la visibilizacion ante la ciudadanía de que todos somos iguales en valor, derechos y dignidad. Una visibilizacion que sirva para educar desde el día a día, porque el mejor antídoto contra los prejuicios es la Razón, proyectada sobre la enseñanza y sobre la calle. Para que las nuevas generaciones tengan una cadena menos entre sus pies.