El requisito obligatorio de tener un número para poder editar queda al albur de unos señores que son juez y parte, que deciden a quién le retrasan el trámite, y se curan en salud con ese enojante “no telefonee ni escriba para preguntar por los plazos de tramitación: la Agencia no mantiene correspondencia sobre ese asunto”. El lobo al cuidado de las ovejas, y sacando de ello buena tajada.
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