A Manuel Barba Guerrero la burocracia le castiga ahora por honrado. Su historia se puede resumir así: Manolo perdió todos los dedos cuando gateando a la edad de nueve meses puso sus dos manitas sobre un brasero; pese a las adversidades, y tras cerca de 60 intervenciones quirúrgicas, logró trabajar durante 12 años como conductor de una máquina retroexcavadora; pero cuando el dolor reapareció y la insensibilidad volvió a apoderarse de sus extremidades superiores, optó por solicitar la incapacidad permanente. Pero se la han denegado.
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