El cine español es una isla. Una isla solitaria. Uno de los pocos países que doblan cine a su lengua oficial en el entorno europeo. Una rémora franquista, que la Generalitat catalana imita ante el desacuerdo de las productoras y los exhibidores, que escenificarán una inusitada huelga de cine, jamás vista en las cuatro provincias catalanas.
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