Grandes cantidades de pasta han desaparecido sin dejar rastro a lo largo de los siglos. El dinero es volátil, efímero y tan difícil de transportar sin perderlo como el agua en una raqueta de tenis. Lo normal, y eso lo vemos en la vida diaria, es que dure poquísimo en cualquier estado en el que se encuentre. Por eso, lo normal es que no se encuentre. En ese mismo lugar imaginario conviven el botín oculto del Dioni con el Oro de Moscú.
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