A los dos colosos de Memnon, uno de los iconos más emblemáticos y eternos del Egipto faraónico, que reciben al viajero a la entrada de la necrópolis de Luxor, en la orilla oeste del Nilo, les ha salido un hermano. Un tercer coloso se yergue desde esta semana cien metros por detrás de las dos famosas estatuas, consideradas epítome de las maravillas y misterios egipcios y admiradas ya por los primeros turistas griegos y romanos.
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