Antonio es el nombre falso del joven de 22 años de la fotografía. Ni estudia ni trabaja. Pero gana entre cinco y seis mil euros al mes. Es narcotraficante. Reconoce que vende droga a menores en las discotecas "light", arruinando sus vidas, pero no se arrepiente de nada. Conoce de primera mano las consecuencias destructivas de un negocio que le reporta un dinero fácil al mes. No duda en continuar, incluso a costa de la salud de las personas. Cada vez hay más adolescentes enganchados que desarrollan problemas psiquiátricos por sus efectos.
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