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Llevaba ocho años con su pareja, había alcanzado por fin la ansiada estabilidad laboral y Olga Ferré, que entonces tenía 38 años, decidió que era el momento de ser madre. "Me dijo que no, que ya no quería ser padre, fue bastante duro para mí", recuerda Ferré. Su relación terminó poco después y, con ella, también su proyecto de maternidad. "Ser madre soltera no me lo planteé y empezar una nueva relación me daba como un palo tremendo", declara Ferré, que asegura que se sintió "hundida" tras la negativa de su pareja.
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