Un amigo egipcio me decía una vez que él creció en la escuela viendo cómo el retrato del presidente Hosni Mubarak en su aula iba cambiando con los años, hasta que un día dejaron de colgar nuevas imágenes, la foto del líder paró de envejecer y se quedó congelada en el tiempo. Cualquiera que conozca la realidad egipcia o haya vivido un tiempo en ese país sabe que esas dos palabras no alcanzan para explicar lo imprecedente de las protestas.
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