En una ocasión un famoso alquimista escribió una obra titulada “Crisopeya o arte de fabricar oro” y se la presentó al papa León X. Claro está que una obra que enseña a fabricar oro tiene un valor inapreciable y el alquimista esperaba ser recompensado generosamente por hacer entrega de esta información a la Santa Madre Iglesia. Pero la iglesia, o más bien sus representantes, en no pocas ocasiones son personas de gran sabiduría, vasto ingenio y fino humor...
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