Pasó tres años en burdeles obligada a atender a quince clientes al día. [...] La recogí con once años y me la llevé a casa. Estaba destrozada, sólo sobrevivió cuatro años. Yo la quería muchísimo, la sentaba sobre mis rodillas y la acariciaba. ¿Por qué ahora que tengo una madre, que puedo ir a la escuela, debo morir? [...]
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