El rey está desnudo, en pelotas. Así, sin aditivos, sin ropajes, sin el aura y los bártulos del poder, el rey parece poca cosa, casi uno de nosotros. El problema de la política es que se inundó de reyezuelos sin otro rango que un amigo en el centro donde se fabrican las listas y otra virtud que la obediencia, el sísíñorismo. Llaman lealtad al silencio, a quien se mueve no sale en la foto, a la complicidad, incluso cuando es delictiva.
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