"Marte es un viejo conocido de la humanidad: en los momentos de máxima luminosidad, sólo tres cuerpos celestes son más brillantes — Venus, la Luna y el Sol. Esto, combinado con su característico color rojizo, distinguible a simple vista, lo ha hecho especial desde que los seres humanos empezaron a mirar el firmamento. Desde luego, como no podría ser de otra forma, el color rojo no se asociaba entonces al vulgar Fe2O3 (el óxido de hierro (III)), sino a la sangre y el fuego."
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