Darío no recordaba ni cuándo ni dónde oyó aquellas tres inquietantes palabras por primera vez, ni, por supuesto, quién fue el que las pronunció…:”El último verano”. No obstante, se daba cuenta de que estas tres crueles palabras le ofuscaban sobremanera. “El último verano, el último verano, el último verano…”; esta idea le perseguía hiciese lo que hiciese, fuese a donde fuese, estuviese con quien estuviese…:
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