Los niños bien vinculados están preparados para adaptarse a las condiciones de su madre: si ella no soporta su llanto, el bebé apenas llorará, para no poner en peligro su vínculo». Ese enlace fundamental se ha convertido en el eje de actuación de las unidades de neonatólogos, donde cientos de recién nacidos permanecen las primeras semanas o meses de su vida, el periodo en que, justamente, deberían establecer un vínculo indestructible con su madre o con el adulto que lo cuide.
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