Tania Álvarez perdió el sentido del olfato hace dos años. Quizá por tratarse de una mujer de pocas palabras, esta mexicana no se detiene en protestas ni aspavientos sobre aquel episodio. Por el contrario, afirma, su limitación es una forma de evadir las oleadas de vapores fétidos que se desprenden de las instalaciones de la procesadora de pollo Sanderson Farms, su lugar de trabajo en Bryan, una pequeña ciudad republicana del estado de Texas.
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