Para Melanie Stark, el debate sobre si las empleadas que atienden al público deben llevar o no uniforme, vestir pantalón o apostar por la falda está superado. Para ella, la batalla estaba en que su empresa, los almacenes Harrods, le permitiera trabajar sin ir maquillada. Por eso ha desafiado a la todopoderosa empresa británica. Y ha perdido.
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