Ainara M. pasó de ser uno de los perfiles más polivalentes del hospital de Villalba, en Madrid, a tener en la mano una carta de despido en menos de una semana. Dice esta enfermera de 25 años que, aunque el hospital justifique que es porque ella rechazó realizar una formación en neonatología en la Fundación Jiménez Díaz, “sabe perfectamente que no es cierto y que es un despido improcedente”. Está convencida de que se debe a labor de protección de derechos de los trabajadores que viene ejerciendo desde hace meses.
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