Hay algo fanático y aterrador en la actitud de los guerrilleros antitabaco. Lo veo cada día en la mirada de chicos y chicas bien educados, bien instruidos por los medios de masas, por la revista de la parroquia o el panfleto comunista, por Science o AR. Chicos y chicas que miran mis manos con terror mientras lío un cigarrillo, emblema último del siglo XX. Son las manos del cáncer, leo en sus miradas, las manos de la pestilencia, del tumor, las garras de la metástasis y la ceniza.
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