La vida y obra de Shakespeare, lo sabemos, están filtradas tanto por la leyenda como por el misterio, y sus sonetos no son ajenos a esta condición. Enigma singular, tanto por su hermetismo como por concernir a quien concierne, es el que se desprende de los 154 sonetos de Shakespeare sobre si éste era homosexual, bi, o simplemente amigo de la diversidad erótica. Uno de los que más llaman la atención es el soneto 20, cuyos primeros versos parecen estar dedicados a un hombre.
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