Andrés Martínez, un experimentado conductor, y su esposa Carmen Gómez, viajaban en la cabina de un enorme camión cisterna rumba a Bilbao, España. El cargamento: 20,000 litros de ácido sulfúrico. A la altura del límite entre Madrid y Segovia se produciría un accidente. La cabina del camión había sido aplastada por la pesada cisterna y el ácido mortal caía sobre los cuerpos de los esposos. El vehículo transportaba un tercer pasajero: un niño, hijo de la pareja. Se originó una rápida operación de búsqueda, pero no se encontraron rastros de él.
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