Nunca tuve demasiado claro si en los viajes hay que buscar, dejar que el viaje te encuentre o una mezcla de ambos, pero siempre pensé que a Unakoti llegué por puro rebote. No es que apareciera allí por error, sino que me había recomendado visitar el lugar un amigo del primo de alguien que me alojó en su casa en otra provincia. Esta aparentemente aleatoria sucesión de hechos fue decisiva serendipia para que visitase el lugar.
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