Adam Smith, el fundador de la economía clásica, estaba equivocado cuando afirmó que sólo los humanos tenemos tendencia al intercambio monetario. Resulta que un programa de investigación enseñó a un grupo de monos capuchinos a utilizar el dinero. Y lo increíble es que estos monos se comportaron con el dinero igual que las personas, con los mismos resortes psicológicos que actúan en los humanos, conduciéndose por intuiciones y prejuicios idénticos a los nuestros.
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