De todas las profesiones habidas y por haber, hay una que encierra un sinsentido de proporciones épicas. Los más avispados ya sabréis por donde voy. Una profesión en la que un individuo A tiene que comunicar a un individuo B el fármaco concreto que te tiene que dar para curarte, requeriría tener una caligrafía de manual. Sin embargo, ¡oh!, paradojas de la vida, los médicos escriben con el ano.
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