Desde el 11-S hasta aquí, los "planes contraterroristas" son el principal rubro de facturación de los presupuestos armamentistas a escala global (US$ 1.2 billones), y conforman la mayor tasa de rentabilidad de las corporaciones armamentistas que giran alrededor de los complejos militares industriales de EEUU, Europa y Asia. El miedo desatado por posibles (y anunciados) "ataques terroristas" dibuja un horizonte sumamente lucrativo para el sector empresario dedicado a la seguridad.
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