Desde el primer momento que entramos en contacto con la civilización egipcia, lo que llama poderosamente nuestra atención son las moradas de eternidad que se procuraban tanto reyes como particulares prácticamente desde el momento en que nacían, debido a una supuesta obsesión mal entendida con nuestra mentalidad occidental, la muerte. Sin embargo, estas tumbas son el reflejo de una forma de pensar totalmente contraria a la antedicha, la obsesión por la vida, por vivir más allá de la muerte, y de ahí el nombre de “moradas de eternidad".
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