Cuando dejó Sri Lanka para trabajar como sirvienta en Arabia Saudí, a Sepalika le prometieron 100 euros al mes. "Cuando le dije a mi patrón que quería mi salario, me golpeó las mejillas. No me dieron ni un céntimo en 10 meses de trabajo". Nur, de 36 años, no tuvo mejor suerte en Kuwait. "La patrona se enfadó porque encendí el fuego antes de enharinar, y me pateó en la espalda. Me golpeaba con lo que tuviese en las manos, con una escoba, con un cuchillo... Su hijo me increpaba: 'cállate y haz lo que mi madre dice, como un perro'."
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