Todos hemos disfrutado de jovenes con esos ositos de gominolas, que según el sitio estaban blanditos y buenos o duros como una piedra. Seguramente algún kiosquero se le hicieron tan duros que la unica salida fué hacer esculturas con ellos. Y le quedaron así de impresionante! Los sueños humedos de cualquier glotón!
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