Leo estos días a los analistas que, ante el intento del PSOE de recurrir al miedo como arma política, repiten que “Vox ya no da miedo”. Y me pregunto: ¿lo ha dado alguna vez? Miedo de verdad, no de cerditos cantando que viene el lobo. Me da que no: las facilidades políticas y mediáticas dadas a la ultraderecha, la alfombra roja con que entró en parlamentos y platós de televisión, le permitieron en meses una legitimidad, normalización y hasta respetabilidad que a otros partidos neofascistas europeos les costó décadas alcanzar.
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